Más que todo, me gusta platicar con los taxistas. Es un pasatiempo mío acá en Acapulco y, también, en otras ciudades latinoamericanas. Sin olvidar, aquí ellos son parte de la economía turística, manejando turistas desde punta a punta, y esperando fuera los hoteles para ofrecer sus servicios a los visitantes. Sin embargo, aúnque no estuvieran turistas acá, habrían sido cruciales en todo el sistema de transporte.
Me caen super bien por varias razones, claro que sí, pero particularmente porque ellos saben un poco de todo. Es la verdad–ellos actúan como dioses en cuatro llantas! Son guías bien informadas. Son intérpretes de la cultura local. Son fuentes de información sobre todo lo que pasa en su ciudad: politicamente, culturalmente, historicamente hablando. Y, también, maniobrarían por todos atajos.
He platicado con varios lo que habían conducido por más de treinte años. Habían experimentado todo el mundo en el asiento a lado de ellos.
Ayer, le dije eso a uno de ellos que estaba poniendo de pie fuera mi hostel. Sonreió y me declaró:
“Y, lo que no sabemos, nos inventamos!”
Por siempre me he preguntado eso. Ahorita, ya lo sé!
Los taxistas han venido a characterizados como malos en tiempos recientes por culpa de varios que la robaron a gente, especialmente en al Distrito Federal y en zonas turísticas. Lamentablemente, eso se pasa, no solamente acá en México, sino en todo el mundo.
Pero, a pesar de todo, los son ayudantes indespensables.
Normalmente, cuando llegaba a México o Honduras, o otro país, el primer persona que me encontraba es un taxista. Sí, no hay duda, son hombres de negocios. Ellos quieren y necesitan que les pague. Mi necesitidad es suerte suyo. Es un acuerdo lo que acepto y en que lo estamos de acuerdo.
Vale la pena mencionar porque ellos son hombres de negocios se tratan de sacar lo más dinero como posible de sus clientes. Obviamente. Acá en Acapulco, por ejemplo, se regula las tarifas en autobúses (colectivos o urbanos), pero no se dirige los precios en los taxis. Resulta es que nadie es bien cierto de tarifas antes de negociarlas–y, tenemos que hacerlos cada vez! Aveces, este me vuelve loco, pero así se va.
Al mismo tiempo, poder hablar primaramente con alguien tan informado y, frecuentamente, orgullo de su patria, en un buen entrada de la estancia.
Hay otras negocias en que no recibíamos beneficios así, al muy contrario, en éstas, aplastan todo en su paso! Pero, si fueran taxistas o si tuvieran un corazón taxista (ya haya algo así? Supuesto que hablo demasiado idealística!) habrían cuidar más todo en su paso. Porqué? Por que manaña, pues, tal véz, necesite su servicio de nuevo y, en casí cada instancia, nos dan más de un paseo, pero, también una ventana hacia al mundo.